¡Volvimos! Después de una Copa América, Eurocopa, cambio de
trabajo, de residencia, etc… Hemos regresado con las historias y aventuras de nuestro
cuadrúpedo compañero, ese animalito que llegó a mi vida para darle un nuevo
sentido.
Antes de entrar en materia, quiero agradecer a las personas
que han preguntado por el blog y sé que les hace falta una lectura de estas,
así que muchas gracias por estar pendientes y esperamos que estas líneas sean
de su agrado.
Hoy, Sir Otello ha sido un perrito destacado por su alto contenido de energía (en esto se parece al dueño) y en su estado cachorrístico, descansa 10 minutos para jugar como por cuatro horas. Sucede que nuestro día empieza a las cinco de la mañana, como cualquier adulto promedio. Tratamos de no hacer pereza, hacemos algo estiramiento (los años no llegan solos) y procedemos a salir a dar una vuelta. Unos bellos 13º C nos reciben en el final de la madrugada en la ciudad antiqueña para que él pueda hacer sus respectivas necesidades y correr un poco. Si por mí fuera, me lo llevara conmigo a trabajar, pero pues, ustedes entenderán que no todas las empresas permiten este tipo de privilegios. De esta manera, Ote queda solo en la casa, de perro guardián y vigilante, presto a cualquier situación. Sus juguetes, un cojín robado de manera frentera (lo sacó del armario y lo encontré durmiendo en él) un gusanito de peluche, una jirafa, su cobija, y un sinfín de realidades alternas, acompañado de buena música, hacen de Ote sus días mientras yo me encuentro trabajando. Al regresar del trabajo, su felicidad es desbordante y su energía está al tope; así que lo saco apenas llego y después de sus respectivas diligencias fisiológicas, vamos a jugar.
Ote tiene un buen arranque y corre mucho, le gusta que lo
persigan y amaga muy bien (debería jugar fútbol) ¡Se hace unas gambetas! Y eso
me dio una idea: ¿Por qué no usar las habilidades de Ote para hacer ejercicio?
Así que lo intenté una vez: Me puse mi camiseta, pantaloneta, desempolvé los
tenis de trote y me bajé a Ote a probar mi hipótesis. Resultados: Hombre de 31
años con asfixia severa, un perro deshidratado, dos perros asustados, un vecino
embravecido por los ladridos de Ote y una varita de madera hecha trizas. Pero
sí, Ote, el perro de la mancha blanca incompleta, hizo lo que ninguna cremita
caliente había hecho: Quitarme el dolor de la pierna por falta de movimiento.
En otra ocasión, Ote quería ser perro de competencia. Lo
descubrí porque en el conjunto anterior donde vivíamos, toda la zona comunal la
convirtió en una pista de agility canino. Resultados: dos gatos perseguidos,
todas las plantitas de las zonas comunales saltadas, medio conjunto riéndose
por andar persiguiendo al perro y finalmente, el mismo hombre de 31 años con
asfixia severa. Sí, me hacía (y hace) falta realizar alguna actividad física.
Plan de ejercicios
Otello Fitness
Tiempo: 15 minutos si no hay gato a la vista.
Complejidad: Media-alta
Accesorios: Correa, varita de madera, un gato (este es
opcional, si no hay no hay problema), una toalla, y un parlante portátil (para
la ambientación)
Rutina:
- Caminata y adiestramiento (No dejar que lo jale a uno)
- Calentamiento: ¡Ote! ¡Ve por la varita!
- Trote: ¡Ote! ¡Voy por ti!
- Voz de mando y trote (Es opcional, pero fortalece los pulmones y se mejora la respiración debido a que mientras se corre, se grita) ¡Ote! ¡El gato no!
- (opcional) ¡Ote! ¡Te va a arañar el gato!
- (opcional) ¡Te lo dije! ¡Venga!
- Entrenamiento, agilidad, reflejos: Si no se hacen los pasos 4-6, se juega con la varita.
- Pesas: ¡Ote, suelta la varita! (levantamiento de peso, pues Ote no suelta la varita a menos que se le indique)
- Lanzamiento de jabalina: La varita y los juegos Olímpicos
- Relajamiento e hidratación: Cuando Ote y dueño están cansados
- Adiestramiento y prueba de confianza
- Himno nacional (?)
- Caminata y regreso a la casa
Espero que les haya gustado la rutina y si desean más
información, no duden en hacerme saber para ser más detallado. Por el momento,
los dejo con algo con lo que espero se diviertan... ¡Hasta la próxima!
Mi ñapa: Hoy, en el parqueadero donde vivimos ahora (Por
cierto, es un nivel completamente desocupado donde podemos correr de acá para
allá sin problema) y con su juguete favorito, Ote y yo volvimos a nuestras
horas caseras de ejercicio, donde él salió como una flecha (yo digo que rompió
la barrera del sonido) y yo, a velocidad de un hombre que no hacía ejercicio
desde hace 4 años y con 31 encima, intenté alcanzarlo. Resultado: Estoy fuera
de forma y no debe ser así. Así que ¡a buscar ser más saludable!